Por Joeldi Oviedo Grullón
OPINIÓN.-A veces uno va conduciendo, concentrado en sus asuntos, tal vez camino al trabajo o de regreso a casa, y de pronto… el golpe seco. El vehículo cae en un bache profundo, de esos que ya son parte del paisaje urbano, y uno siente el impacto no solo en el carro, sino en el ánimo. Uno sabe, casi con resignación, que algo se ha dañado. Una goma rota, una pieza afectada, un eje comprometido.
Sigue leyendo
