
Por Luis Ramón López

DAJABÓN.-En el punto fronterizo más activo de la República Dominicana, donde la línea entre dos naciones se vuelve una delgada franja de tensiones históricas, intercambios comerciales y presiones sociales constantes, el alcalde de Dajabón, Santiago Riverón, se ha convertido en una figura que genera tanto respaldo popular como resistencia política.
Para muchos residentes del municipio de Dajabón, Riverón, es descrito como una “muralla de contención” frente al avance de la migración ilegal haitiana.
Mientras la estructura física del muro fronterizo continúa avanzando por etapas, en el imaginario local hay una segunda muralla; la que representa la presencia firme del alcalde, cuyas acciones han buscado impedir que la llamada “puerta grande” de Dajabón, se convierta en un corredor sin control para la entrada irregular de nacionales haitianos.
El mercado binacional y los intercambios cotidianos mantienen a Dajabón, en una dinámica económica necesaria para ambos países. Sin embargo, detrás del comercio legal conviven flujos irregulares, intentos de cruce clandestino y redes que operan beneficiándose del tránsito de migrantes.
En este contexto, Riverón. ha asumido, desde su rol municipal, una política de firmeza que incluye supervisiones continuas, denuncias públicas y articulación con organismos de seguridad para impedir que áreas bajo jurisdicción del ayuntamiento terminen siendo utilizadas como vías de acceso irregular.
Vecinos, comerciantes y organizaciones civiles del municipio reconocen que la presencia activa del alcalde ha servido como disuasivo ante grupos que se dedican al tráfico y traslado ilegal de personas.
ACCIONES QUE INCOMODAN INTERESES
Pero esta postura frontal no ha estado exenta de tensiones. Según diversas voces en la provincia, la lucha de Riverón, contra la migración irregular ha generado resistencia dentro de su propio partido político, donde algunas figuras locales sienten que el cierre de espacios informales afecta intereses que por años han operado al margen de la ley.
La acusación que circula es directa, las medidas del alcalde golpean estructuras que, desde las sombras, se benefician económicamente del cruce ilegal de haitianos. Estos alegados intereses, vinculados a redes de transporte, intermediarios y facilitadores, habrían convertido la firmeza de Riverón, en un obstáculo incómodo.
El alcalde, sin embargo, ha sostenido públicamente que su responsabilidad es con Dajabón y con la soberanía nacional, no con grupos que buscan perpetuar prácticas irregulares bajo el amparo del silencio institucional.
Su postura ha alimentado el debate nacional sobre el rol de las autoridades locales en el control migratorio. Aunque la regulación migratoria es competencia del Gobierno central, la realidad fronteriza ha obligado a actores municipales a tomar decisiones inmediatas.
En Dajabón, Riverón, ha dejado claro que el municipio no puede ser plataforma para la ilegalidad, y que tolerar el paso descontrolado de migrantes terminaría afectando la seguridad, la convivencia y el tejido económico local.
Habitantes consultados afirman que, al margen de preferencias políticas, la comunidad percibe en el alcalde a un funcionario que “da la cara”, justamente en una zona donde la presión migratoria es diaria y sostenida.
UN LIDERAZGO QUE GENERA DEBATE NACIONAL
La figura de Santiago Riverón se ha convertido en una referencia dentro del discurso sobre seguridad fronteriza. Sus acciones, aunque polémicas para algunos sectores, han reavivado la discusión sobre cómo frenar la migración irregular sin afectar el comercio legítimo que mantiene viva la economía fronteriza.
Mientras se amplía la muralla física en varios tramos de la línea divisoria, las posiciones firmes del alcalde han sido interpretadas por muchos como una muralla adicional: la del liderazgo local que se coloca frente a la frontera y envía un mensaje claro de orden, control y defensa territorial.
Dajabón, con su complejidad y su ritmo frenético, sigue siendo un termómetro de la relación entre República Dominicana y Haití. Y en ese escenario, para una parte importante de los residentes, Santiago Riverón, se ha colocado como el actor local más decidido en impedir que la ilegalidad encuentre paso libre en el municipio.