
Por Luis Ramón López
MOCA, Espaillat.-La política interna del Partido Revolucionario Moderno (PRM) en la provincia Espaillat, y particularmente en el municipio de Moca, atraviesa uno de sus momentos más tensos y complejos desde que la organización llegó al poder.
Lo que hasta hace pocos meses eran simples diferencias de liderazgo, hoy se ha convertido en un conflicto abierto, descrito por dirigentes locales como un “abispero político” que amenaza con provocar una división de alto costo.
En el centro de esta crisis se encuentran dos bloques de poder que se disputan el control territorial y las posiciones estratégicas para las elecciones de 2028.
Por un lado, está el sector de los Bautista, encabezado por el secretario Administrativo de la Presidencia, Andrés Bautista, una figura con amplia influencia gubernamental y capacidad de movilizar recursos del Estado. Este sector promueve silenciosamente, pero con firmeza, la figura del exdiputado Emmanuel Bautista, hijo del alto funcionario, como potencial candidato a senador para el próximo torneo electoral. Su presencia en actos, reuniones y escenarios provinciales se ha vuelto frecuente y evidente.
Del otro lado se encuentra el senador Carlos Gómez, un actor político con estructura, popularidad y aspiraciones claras de buscar nueva vez la senaduría en 2028.
A este bloque se suma la figura del recientemente destituido director del OPRET, ingeniero Rafa Santos, quien mantiene vínculos políticos importantes en la provincia y cuya salida del cargo se interpreta en algunos círculos como parte de las tensiones internas y las luchas de poder que se libran en el PRM.
La coincidencia de intereses encontrados ha desatado un pulso de titanes por el control político de Moca y la provincia Espaillat. Según dirigentes locales, el sector de los Bautista, estaría tratando de “contener” al senador Gómez, para evitar que avance con fuerza hacia su repostulación, buscando allanarle el camino al proyecto senatorial de Emmanuel Bautista.
A esta situación se suma la percepción, dentro y fuera del partido, de que la destitución del ingeniero Rafa Santos, podría estar relacionada con estas disputas. Aunque no existen declaraciones oficiales que lo confirmen, las interpretaciones políticas han alimentado un ambiente de suspicacia, resentimiento y ruptura.
Mientras tanto, el malestar en la base perremeísta crece. Dirigentes de distintas corrientes describen la situación como “candente”, “insostenible” y “preocupante”, al punto de afirmar que “en la provincia se habla de tirarse del barco antes de que se hunda”. La metáfora, aunque extrema, refleja el nivel de incertidumbre y desgaste emocional que se vive entre los militantes y cuadros medios del partido.
La situación ha escalado a tal punto que sectores internos han llevado el tema a las más altas instancias del PRM, solicitando acciones urgentes para evitar que la crisis se transforme en una ruptura irreversible. Se afirma que incluso se ha pedido la intervención del presidente Luis Abinader, con el fin de mediar, enfriar los ánimos y buscar una salida que preserve la unidad.
El desafío para el PRM en Moca, no es menor. La provincia Espaillat, es considerada un bastión político clave, y cualquier fractura interna podría impactar negativamente el clima electoral y la gobernabilidad local. Si el conflicto no se gestiona con inteligencia, diálogo y sentido de oportunidad, podría convertirse en un precedente de fragmentación en otras localidades del país.
Por ahora, el PRM en Moca, huele a división, y la lucha interna continúa escalando. El tiempo dirá si las tensiones serán resueltas mediante negociaciones de aposento o si desembocarán en una crisis política de mayor envergadura.