

Por Luis Ramón López
MOCA, Espaillat.-La juventud representa la fuerza vital y creativa de toda sociedad. Sin embargo, en una época marcada por la distracción digital, la superficialidad y la pérdida de valores humanos, se hace urgente recuperar el sentido de humanidad en las nuevas generaciones.
Humanizar a la juventud significa fomentar en ella la empatía, la solidaridad, el respeto por la vida y el deseo de contribuir con su talento al bienestar colectivo.
Aprovechar el tiempo en realizaciones constructivas es uno de los mayores desafíos actuales. Muchos jóvenes poseen energía, inteligencia y acceso a la tecnología, pero carecen de orientación hacia metas que fortalezcan su crecimiento personal y social.
Es fundamental orientarles hacia actividades que impulsen el conocimiento, la ciencia, el arte, la cultura y la innovación tecnológica. Estas áreas no solo desarrollan sus capacidades, sino que también los convierten en agentes activos del progreso.
El reto de nuestra época radica en orientar a los jóvenes para que valoren el tiempo como recurso irrepetible. Incentivar la participación en proyectos científicos, culturales, artísticos y tecnológicos contribuye a su desarrollo integral y fortalece la sociedad. Las actividades que favorecen la creatividad y el pensamiento crítico preparan a la juventud para afrontar los desafíos de un mundo globalizado y en constante evolución.
La educación, tiene un papel clave en este proceso. Las instituciones, los docentes y las familias deben trabajar en conjunto para promover una enseñanza integral que forme seres humanos críticos, creativos y comprometidos con su entorno. No basta con transmitir información; es necesario formar conciencia, sensibilidad y espíritu de colaboración.
Asimismo, la sociedad debe ofrecer espacios donde los jóvenes puedan expresarse y poner en práctica sus habilidades. Programas de voluntariado, proyectos científicos, artísticos o tecnológicos son herramientas poderosas para canalizar su entusiasmo y dar sentido a su tiempo.
Humanizar a la juventud no es un ideal abstracto, sino una necesidad urgente. Solo una juventud consciente de su valor y comprometida con el bien común podrá construir un futuro más justo, equilibrado y solidario. Apostar por ella significa apostar por el desarrollo humano y sostenible de toda la sociedad.
Invertir en la formación humana de los jóvenes es asegurar una sociedad más justa, equitativa y solidaria. Solo quienes crecen en un ambiente que favorece el conocimiento, el arte, la ciencia y la cultura se convertirán en motores de desarrollo, capaces de transformar la realidad y construir un mejor futuro para todos.