
Por Luis Ramón López
MOCA, Espaillat.-La provincia Espaillat, históricamente bendecida por su rica red hídrica, enfrenta hoy una de sus peores crisis ambientales. Sus ríos, cañadas, manantiales y lagunas, fuentes vitales para el abastecimiento de agua, la agricultura y la biodiversidad, agonizan lentamente por la falta de atención oficial y la ausencia de políticas sostenibles de protección y saneamiento.
El río Moca, orgullo y símbolo de la identidad mocana, es quizás el ejemplo más doloroso de este abandono. Lo que en décadas pasadas fue un caudal generoso, refugio natural y punto de encuentro para las familias, hoy se ha convertido en un lecho seco y contaminado, lleno de desechos sólidos, aguas residuales y malezas.
Las comunidades aledañas, desde Juan Lopito, La Española hasta Los López, recuerdan con nostalgia los tiempos en que el río era fuente de vida. Hoy, lo observan impotentes mientras el cauce se degrada sin que exista un plan de rescate o intervención estatal que devuelva la esperanza.
Pero la tragedia no se limita a Moca. En municipios como San Víctor, Jamao al Norte, Cayetano Germosén, Gaspar Hernández y en los distritos municipales, los rios junto a decenas de cañadas, lagunas, manantiales y nacimientos de agua, padecen el mismo destino. La deforestación, el vertido de residuos, la expansión urbana y la falta de control ambiental los han reducido a simples canales de aguas grises y pestilentes
Pese a los múltiples discursos sobre sostenibilidad, el Estado dominicano no ha destinado inversiones concretas para la protección de las cuencas acuíferas ni para el saneamiento de los ríos de Espaillat. Fuentes consultadas en el sector ambiental señalan que no existen programas específicos de reforestación, canalización, tratamiento de aguas residuales ni vigilancia ambiental que permitan detener este deterioro progresivo.
Según un diagnóstico reciente de especialistas, más del 70 % de los afluentes menores en la provincia presentan niveles críticos de contaminación, afectando el suministro de agua potable y la salud de las comunidades, por donde cruzan. Lo más preocupante es la indiferencia institucional. No hay una visión integral de manejo del agua. Nuestros ríos mueren lentamente y nadie asume la responsabilidad de salvarlos.
El impacto de esta crisis hídrica se siente directamente en la agricultura, la ganadería y la salud pública. Los productores rurales reportan la disminución de caudales en zonas antes fértiles, mientras las familias que habitan en las riberas sufren los efectos de la contaminación y el mal olor.
Las cañadas que atraviesan barrios populosos de Moca, se han convertido en focos de contaminación sin control, ante la ausencia de planes municipales de saneamiento y educación ambiental.
Expertos del sector ambiental insisten en que la recuperación de las cuencas acuíferas de Espaillat debe ser una prioridad nacional, mediante la articulación de un plan que involucre al Ministerio de Medio Ambiente, el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI), las alcaldías y las comunidades locales.
“Proteger el agua es proteger la vida. Si no actuamos ahora, en diez años el río Moca y otros afluentes de la provincia serán historia”, advierte ambientalistas consultados. Hay que implementar medidas de amortiguamiento en respuesta al deterioro medioambiental y la presión hídrica que enfrenta la provincia Espaillat.
UNA HERENCIA QUE SALVAR
La provincia Espaillat, cuna de hombres y mujeres visionarios, no puede permitir que sus ríos desaparezcan ante la indiferencia. Las futuras generaciones merecen heredar una tierra verde, con agua limpia y ecosistemas vivos, no cauces secos ni promesas incumplidas.
El rescate del río Moca y las demás cuencas es una deuda pendiente del Estado y de la sociedad. Requiere voluntad política, inversión, educación y un compromiso ciudadano real.
Porque donde se pierde un río, muere un pueblo; y donde se salva el agua, renace la esperanza.
La protección, preservación, conservación y mejoramiento de las fuente acuíferas en la República Dominicana, es una responsabilidad de seguridad nacional, ya que los recursos, agua, energía eléctrica, irrigación agrícola, turismo y otras áreas, son de incidencia para el desarrollo sostenible de la nación.