Por Luis Ramón López

MOCA, Espaillat.-En cada recorrido por las calles y comunidades de Moca, el visitante descubre un festín de aromas y sabores que forman parte esencial de la identidad culinaria del pueblo mocano. Entre humos de leña, sazones tradicionales y la alegría del encuentro, se conservan auténticas delicias gastronómicas que evocan la historia y la cultura popular del mocano.

Entre las más apreciadas se encuentran el chicharrón crujiente y el cerdo horneado a pura leña, manjares que se preparan con esmero en puestos callejeros, patios familiares y pequeños negocios que mantienen viva la herencia del sabor campesino. Estas tradiciones, transmitidas de generación en generación, son símbolo del ingenio y la pasión culinaria.

Pero la fiesta del sabor no termina ahí. También resalta el famoso frito de cerdo, una exquisitez popular que combina piezas del mismo animal, como rabo, paticas, buche, morcilla, longaniza, carne frita y asadura, preparados con el toque especial de cada cocinero local. Son platos que deleitan a propios y visitantes, acompañados de yuca, guineítos, tostones o casabe, y de una conversación cálida al estilo mocano.

Quien desee vivir esta experiencia gastronómica puede hacerlo visitando lugares emblemáticos como San Víctor, Juan López o Hincha, donde los fines de semana y días se convierten en auténticos festivales del sabor. También, en las calles y sectores del municipio de Moca, abundan los rincones donde el fuego, la leña y el sazón dominicano se combinan para dar vida a un arte culinario único.

Ejemplos de ellos el cerdo asado de José El Gordo, en la parte baja de Moca, en Hincha, friendo y comiendo el chicharrón donde Martín, en el municipio de San Víctor, en el cruce camino a la costa del atlántico, están a escoger a su mejor gusto estos sabores criollos mocanos. Con este sabroso y rico chicharrón de cerdo, hacen aquí el mejor mofongo de la bolita del mundo.

Más que simples comidas, estas delicias representan la esencia del pueblo trabajador, alegre y hospitalario de Moca. Un pueblo que sabe conservar sus raíces, compartir su mesa y hacer del sabor una forma de identidad y orgullo provincial.