
Por Luis Ramón López

OPINIÓN.-En una sociedad cada vez más compleja y demandante, la labor policial enfrenta el gran desafío de proteger y servir garantizando siempre el respeto a la vida y la seguridad ciudadana. Sin embargo, detrás del uniforme y la responsabilidad legal, el policía es también un ser humano, con emociones, cargas y vulnerabilidades.
Por esa razón, expertos en seguridad, psicología y sociología, coinciden en la necesidad urgente de que la Policía Nacional , implemente evaluaciones periódicas del estado emocional, mental y psiquiátrico de sus miembros, como un requisito esencial para garantizar un servicio eficiente y confiable.
El agente policial vive constantemente expuesto a altos niveles de estrés: enfrentamientos con la delincuencia, largas jornadas laborales, presión social y la carga emocional de situaciones de violencia. Este entorno puede generar ansiedad, depresión, trastornos del sueño y, en algunos casos, conductas impulsivas que ponen en riesgo tanto al propio agente como a la población.
La evaluación periódica no debe entenderse como un castigo ni una desconfianza hacia los uniformados, sino como una medida preventiva y humanitaria. Detectar a tiempo problemas emocionales o psiquiátricos permite brindar acompañamiento psicológico, terapias y tratamientos adecuados, evitando así tragedias que puedan empañar la misión de la institución.
“El policía necesita estar sano no solo físicamente, sino también emocional y mentalmente, para tomar decisiones equilibradas en momentos de tensión”, señalan especialistas en salud mental consultados.
Garantizar el bienestar emocional de los agentes no solo mejora el clima interno dentro de la Policía, sino que se traduce en más confianza de la ciudadanía hacia la institución. Una policía equilibrada y consciente de su rol actúa con mayor prudencia, empatía y eficacia frente a los desafíos de la seguridad.
La Constitución Dominicana establece que el Estado debe garantizar la seguridad ciudadana y la integridad de sus instituciones. En ese marco, la Policía Nacional no puede descuidar la salud integral de sus miembros. La formación, la ética y la preparación mental son pilares inseparables de un cuerpo del orden moderno y eficiente.
Implementar un plan de evaluación psicológica periódica es un reto que exige inversión, planificación y voluntad política. No obstante, es una medida impostergable para humanizar la institución policial y responder a las exigencias de la sociedad dominicana.
Porque cuidar a quienes nos cuidan es, en definitiva, la forma más sabia de fortalecer la seguridad y garantizar que el uniforme policial represente siempre confianza, protección y servicio.
NUNCA FUE UNA PRIORIDAD
Exagentes consultados coinciden en que la salud mental nunca fue una prioridad durante sus años de servicio.
“Recuerdo que pasábamos por tiroteos y escenas muy fuertes, y al otro día teníamos que seguir patrullando como si nada. Nunca recibimos apoyo psicológico. Uno acumulaba todo eso por dentro”, relata Manuel Taveras, exsargento de la Policía Nacional con 15 años de servicio.
Para Ramón González, quien fue raso durante una década, “muchos compañeros terminaron con problemas de alcohol o con crisis nerviosas. Algunos se retiraron jóvenes porque no pudieron manejar la presión. Si la institución hubiera tenido un sistema de evaluación y ayuda, la historia sería diferente para ellos”.
En el mismo sentido, Pedro Abreu, exteniente retirado, recuerda que incluso en las academias policiales la parte emocional apenas se mencionaba: “Nos entrenaban para disparar y obedecer órdenes, pero no para manejar el estrés ni para lidiar con el dolor humano. Eso afecta, porque el policía también es una persona”.