
Por Joeldi Oviedo Grullón
En la vida cotidiana, muchas personas actúan de buena fe
OPINIÓN.-En la vida cotidiana, muchas personas actúan de buena fe y luego pagan caro su ingenuidad. Entregan una casa, alquilan un local, permiten una mudanza, instalan equipos, firman acuerdos informales… y lo hacen sin dejar constancia legal verificable de lo que realmente ocurrió.
¿El resultado? En un futuro juicio, todo se reduce a “tu palabra contra la mía”. Y en un tribunal, la palabra más fuerte no es la más justa, sino la que está mejor documentada.
Aquí es donde entra una herramienta poderosa —pero desconocida por la mayoría de los ciudadanos—: el acto de comprobación con traslado de notario.
¿Qué es esto y para qué sirve?
Es simple: se trata de un documento notarial donde el notario se traslada físicamente al lugar de los hechos para verificar y certificar lo que está ocurriendo o lo que existe en ese momento. El notario actúa como testigo público, y lo que consigna en su acta tiene valor probatorio reforzado ante la ley.
•Esto puede incluir:
•Entrega de un inmueble (con o sin muebles).
•Estado físico de un local comercial o apartamento.
•Colocación de letreros, mercancía o maquinaria.
•Ocupación de espacios o terrenos.
•Existencia o inexistencia de daños.
•Registro de mudanzas o desalojos.
•Ruidos, construcciones, grietas, filtraciones.
•Inventario de bienes
¿Por qué es importante?
Porque la prevención vale más que la demanda. ¿Has oído el refrán: “papelito habla”? Pues en derecho, el acta notarial grita.
Un acto de comprobación puede protegerte cuando:
Te acusan falsamente de haber dañado un inmueble que entregaste en buen estado.
Quieren desconocer que entregaste un bien, una mercancía o una suma.
Alegan que no hiciste algo que sí hiciste (por ejemplo, desalojar o entregar).
Necesitas probar que algo estaba o no estaba en un lugar y en qué condiciones.
¿Cómo se hace?
Se contrata a un notario público, quien agenda la visita, se traslada al sitio y, acompañado de testigos si es necesario, redacta un acta detallada de lo que constata: fecha, hora, ubicación, personas presentes, objetos, estado físico del lugar, etc. Se pueden incluir fotos y videos.
Todo queda firmado, sellado y registrado legalmente. Esa acta puede luego presentarse ante un juez si el caso llega a los tribunales.
¿Cuándo deberías usarlo?
Siempre que quieras cubrirte legalmente las espaldas.
Por ejemplo:
Vas a entregar una propiedad o un vehículo.
Vas a recibir un local que podría tener vicios ocultos.
Eres dueño de un inmueble y necesitas probar que está ocupado sin autorización.
Eres comerciante y vas a retirar equipos o inventario de un lugar.
Vas a hacer una reclamación a una empresa o entidad y quieres probar la situación.
¿Cuánto cuesta?
No es gratis, claro. Pero en comparación con el costo emocional, económico y legal de un juicio mal documentado, es una inversión barata. Es mejor gastar un poco antes que perderlo todo después.
Conclusión: la fe pública es tu aliada
Los notarios no están para firmar papeles bonitos. Están para dar fe de la verdad, y eso tiene poder. En un mundo donde las disputas legales son cada vez más frecuentes —y más creativas—, no basta con tener la razón: hay que poder probarla.
El acto de comprobación con traslado de notario es una herramienta elegante, preventiva y contundente. Y lo mejor de todo: está a tu alcance.
Derecho UNIBE, intelectual y analista sociopolítico