
Por Luis Ramón López
MOCA, Espaillat.-Para que la ciudad de Moca, municipio cabecera de la provincia Espaillat, logre cambiar ciertos patrones sociales y culturales que tanto daño le están haciendo a su desarrollo y crecimiento, es necesario realizar un trabajo profundo y comprometido, al estilo de antes, de compromiso social, entrega verdadera y pasión por lo que predica.
El populismo y el protagonismo se han convertido en dos elementos determinantes que, en las últimas décadas, han mantenido a nuestra sociedad en un letargo inmóvil y estático, desconectado de nuestras verdaderas perspectivas históricas.

En el pasado, las organizaciones sociales, culturales, colectivas y de desarrollo eran más compenetradas y leales al sentir genuino de la población. Actuaban como verdaderos defensores del bienestar común, sin intereses particulares ni privilegios ocultos.
En apariencia, Moca es una ciudad activa: obras, eventos, discursos, nuevas figuras en la escena política y social. Pero, bajo esa superficie, se oculta una preocupante pasividad estructural. El populismo y el protagonismo han sustituido al compromiso real, dejando a su paso una sociedad cada vez más dividida, superficial y desmotivada.
Durante gran parte del siglo pasado, Moca fue ejemplo de participación ciudadana. Las juntas de vecinos, clubes culturales, movimientos juveniles, gremios y centros comunitarios estaban al servicio del desarrollo humano. Hoy, muchas de estas estructuras están cooptadas o han desaparecido.
La fragmentación social y la falta de liderazgo auténtico han desvirtuado el papel transformador de la colectividad. En vez de promover el pensamiento crítico y el compromiso social, muchas organizaciones se han convertido en plataformas para el ego y la conveniencia.
Hay mucha gente hablando en nombre del pueblo, pero muy poca escuchando de verdad al pueblo.