El protagonismo pueblerino, el obstáculo invisible que frena el desarrollo de los pueblos

Por Luis Ramón López

OPINIÓN.-En muchos pueblos, municipios y provincias, el progreso no se ve limitado solo por factores económicos, políticos o geográficos. Existe un fenómeno más sutil, pero igualmente poderoso: el protagonismo pueblerino.

Una forma de liderazgo egoísta y localista que convierte a personas o grupos en guardianes del poder, no para transformar su comunidad, sino para perpetuar su influencia y controlar el rumbo del desarrollo a su conveniencia.

El protagonismo pueblerino no es liderazgo legítimo ni compromiso ciudadano. Es la tendencia de ciertos individuos a colocarse siempre al frente de cualquier iniciativa local, con la intención de figurar, acaparar decisiones, y centralizar beneficios.

Este tipo de figura puede ser un político, un comerciante influyente, un líder social o incluso una familia que ha dominado la vida del pueblo por generaciones.

Estas personas a menudo se presentan como «imprescindibles», pero en la práctica obstaculizan el surgimiento de nuevas ideas, liderazgos frescos y modelos de gestión participativa.

Los efectos de este fenómeno a a sociedad, lo vemos con el estancamiento de proyectos comunitarios, porque si no están nadie. Muchos proyectos quedan paralizados por disputas de egos, celos locales o intereses personales. En lugar de buscar el bien común, se priorizan las apariencias y la visibilidad personal.

Otro factor la desconfianza social, donde el monopolio del protagonismo genera división, resentimiento y una cultura de clientelismo. Los ciudadanos comunes sienten que sus ideas no valen, que todo está cooptado por “los mismos de siempre”.

El freno al talento joven un gran obstáculo retardatario, en que los jóvenes que desean innovar o liderar iniciativas son ignorados o saboteados. El miedo a perder control lleva a los protagonistas tradicionales a bloquear cualquier amenaza a su hegemonía y la simulación de progreso, es aquí donde se crean proyectos mediáticos, con escaso impacto real, cuyo objetivo es mostrar una imagen de trabajo y liderazgo, más que transformar efectivamente la realidad.

Este fenómeno social no surge de la nada,tiene sus raíces profundas en la cultura del «qué dirán»: el prestigio personal prima sobre los resultados colectivos. La falta de educación cívica, muchas comunidades no han desarrollado una cultura participativa genuina.

La ausencia de alternancia en muchos pueblos, no existen mecanismos reales para renovar el liderazgo, a raíz de esta realidad, la dependencia del Estado emerge cuando el progreso depende casi exclusivamente de gestiones políticas, y quien tiene conexiones concentra el poder.

Vemos entonces, que el protagonismo pueblerino es un enemigo silencioso del desarrollo de los pueblos y ciudades. No lo veremos en los titulares ni en los presupuestos públicos, pero está presente en cada reunión, en cada proyecto que no avanza, en cada joven que se va del pueblo por falta de oportunidades.

Desarrollar una comunidad requiere más que recursos, requiere humildad, voluntad de compartir el poder y abrir paso a todos. El verdadero liderazgo no se aferra al protagonismo: construye futuro sin importar quién se lleve el crédito.

Las puertas del desarrollo tienen que abrirse a pasos agigantados para que las futuras generaciones cambien el rumbo cierto sin protagonismo silencioso y mal intencionado, donde la sombra culposa acecha de quien tira la piedra y esconde las manos.

Llegó la hora de zafarnos de antifaces para que el desarrollo y el crecimiento siga su agitado curso, de quienes buscando sonido con la carreta vacía, siempre buscan el protagonismo circunstancial

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