Por Minerva Calderón López
OPINIÓN.-El 21 de abril 2025, partió nuestro querido papa Francisco, un hombre inteligente, dedicado al servicio de Dios, con una gran capacidad para analizar, dialogar, convencer, y, sobre todo, para visualizar los problemas del mundo y buscar alternativas.
Él era capaz de dialogar, escuchar y respetar las posiciones de personas evidentemente opuestas a su pensamiento y al cristianismo.
Apoyó y colaboró con millones de seres humanos en el mundo entero, sin discriminar por razones raciales, étnicas, culturales, económicas, políticas… Su misión en la vida fue ser un integrador de la humanidad. Demostramos ser un hombre presto para armonizar y unificar el sentimiento de los humanos hacia una visión positiva de la vida, llena de amor, justicia, equidad, esperanza y fundamentada en el entusiasmo y la cooperación.
No percibí en el papa Francisco gestos de vanidad. Al contrario, era una persona humilde, llena de ternura y empatía. Me conmovió muchísimo ver la dulzura y respeto con que trataba a los niños.
No sé si recordarán que durante la epidemia del COVID 19, en la tarde del 27 de marzo de 2020, el papa Francisco atravesó la solitaria Plaza de San Pedro y se dirigió al parvis de la Basílica para adorar al Santísimo y ofrecer la bendición Urbi et Orbi el.
Confieso que no pude evitar el llanto al sentir el peso aplastante de la soledad de la plaza, y el dolor de un mundo totalmente conmovido por la epidemia del COVID 19. Para mi simbolizó la soledad del ser humano en ese momento. Las impactantes imágenes de calles desiertas, personas confinadas, agobiadas por el dolor, por la incertidumbre y el presagio de la muerte segura.
Sentí angustia y gratitud por los millones de médicos, enfermeras, laboratoristas y personal de salud, en general, que diariamente realizaban múltiples funciones y trabajos para salvar vidas. !La humanidad batallaba para sobrevivir ! Parecía que aquello no iba a tener fin. Cada día se agudizan más las crisis sanitaria, ambiental, económica, política y de las relaciones humanas.
El papa Francisco, junto a millones de personas, elevó sus plegarias y luchó por el restablecimiento de la esperanza y la fe en el futuro. Muchas de las actividades religiosas que realizaba, prácticamente en soledad o con muy pocas personas, eran transmitidas por internet. Sus acciones solidarias por la humanidad en ese período funesto me conmovieron y se han convertido en inolvidables para mí.
La fe en Dios fue mi soporte durante la pandemia. ¡Papa Francisco sintió el apoyo del Señor a través de sus palabras y poco a poco renació la esperanza!
Siempre me ha impactado ó e impactará el pensamiento y accionar del papa Francisco en favor de la paz. Ante la presencia de conflictos bélicos, con sentido de respeto y valentía. P lante ó sus propuestas y consideraciones al mundo, sin plegarse ante los países poderosos por su fortaleza económica, militar, estratégica, el tipo de líder gobernante.
Fomentaba la paz y luchó por ella. Sobre todo, por la solución de los conflictos bélicos más fuertes que tiene la humanidad en este momento. El papa Francisco transmitió sus sugerencias inteligentes, sensatas, moderadas y certeras. Asumió la responsabilidad de sus pronunciamientos emitidos bajo el amparo de Dios, su guía y protector. Obviamente, no todos estaban de acuerdo con ellos.
En un momento propuesto a la humanidad elevar una sentida invocación a Dios, única fuente de vida, esperanza y sabiduría, para que convertir los corazones y los hicieran capaces de emprender caminos del diálogo, la reconciliación y la concordia. Como líder cristiano vivió para servir, enseñar y perdonar, no para castigar.
Solicito a Dios el descanso eterno del papa Francisco. Para emular sus acciones, debemos colaborar en el proceso de conducir el mundo por el sendero de la paz y la transformación que necesitamos.
Para lograrlo pedimos a Dios que predominen en las instituciones y los grupos sociales los líderes auténticos y transparentes.