El alza del dólar y las distorsiones inflacionarias en la economía dominicana

Por Luis Ramón López

OPINIÓN.-En los últimos meses, el alza del dólar ha ocupado un lugar central en las preocupaciones de los dominicanos y los sectores productivos nacionales. Este fenómeno no sólo ha impactado el bolsillo de las familias, sino que también ha generado distorsiones inflacionarias que amenazan la estabilidad económica del país.

En un contexto global marcado por la incertidumbre y en un entorno local con desafíos estructurales, es urgente analizar las causas, consecuencias y posibles soluciones a esta problemática.

El dólar no es solo una moneda; es un termómetro que mide la salud económica de un país. En República Dominicana, donde gran parte de los bienes y servicios dependen de las importaciones, el tipo de cambio juega un papel crucial en la dinámica de precios.

Cuando el dólar sube, los costos de importación se encarecen, y este incremento se traslada directamente a los consumidores. El resultado es una espiral inflacionaria que afecta desde la canasta básica hasta los materiales de construcción, pasando por los medicamentos y los combustibles.

El alza reciente del dólar no es un hecho aislado. Responde a una combinación de factores externos e internos. A nivel global, el fortalecimiento del dólar estadounidense, impulsado por las políticas de la Reserva Federal y la incertidumbre geopolítica, ha ejercido presión sobre las monedas de economías emergentes como la dominicana. A esto se suma el impacto de la guerra entre Rusia y Ucrania, que ha disparado los precios de materias primas como el petróleo y los cereales.

A nivel local, la dependencia de las importaciones y la falta de diversificación productiva han exacerbado el problema. Además, la especulación en el mercado cambiario y la poca confianza en el peso dominicano han contribuido a la escalada del dólar.

La inflación es un impuesto silencioso que afecta a todos, pero especialmente a los más vulnerables. En República Dominicana, el alza del dólar ha sido uno de los principales detonantes de la inflación, que en los últimos meses ha superado los límites deseados por las autoridades monetarias.

Cuando el dólar sube, los precios de los productos importados aumentan, pero el efecto no se detiene ahí. Muchos productos locales también dependen de insumos importados, lo que significa que sus costos de producción se incrementan. Esto se traduce en precios más altos para el consumidor final.

Por ejemplo, el precio del pan sube porque el trigo importado es más caro; el transporte se encarece porque los combustibles son importados; y los materiales de construcción aumentan porque el acero y el cemento dependen de insumos extranjeros.

Esta cadena de efectos genera un círculo vicioso: la inflación reduce el poder adquisitivo de las familias, lo que a su vez limita su capacidad de consumo. Las empresas, al enfrentar una menor demanda, pueden verse obligadas a reducir su producción o despedir personal, lo que agrava aún más la situación económica.

Frente a este escenario tétrico que se avizora, es necesario que el gobierno del presidente Luis Abinader, debe tomar medidas urgentes y estratégicas. En primer lugar, el Banco Central de la República Dominicana (BCRD) debe continuar implementando políticas monetarias que permitan estabilizar el tipo de cambio y controlar la inflación. Esto incluye el uso de las reservas internacionales para intervenir en el mercado cambiario y ajustar las tasas de interés cuando sea necesario.

Sin embargo, las soluciones no pueden limitarse a medidas de corto plazo. Es fundamental abordar los problemas estructurales de la economía dominicana. Esto implica, reducir la dependencia de las importaciones, fomentando la producción local de bienes y servicios para disminuir la dependencia de productos extranjeros. Esto requiere inversión en sectores clave como la agricultura, la industria y la tecnología.

Otra de la medida a adoptar la diversificación de la economía dominicana, la cual no puede seguir dependiendo únicamente del turismo, las remesas y la construcción. Es necesario promover nuevos sectores, como las energías renovables, la manufactura y los servicios tecnológicos.

El alza del dólar y sus efectos inflacionarios son un recordatorio de que la economía dominicana sigue siendo vulnerable a los shocks externos y a las debilidades internas. Sin embargo, también representan una oportunidad para replantear el modelo económico y construir una base más sólida y diversificada.

El camino no será fácil, pero con políticas claras, inversión estratégica y un compromiso colectivo, es posible mitigar los efectos del alza del dólar y sentar las bases para una economía más estable y resiliente. El momento de actuar es ahora, porque el futuro económico del país depende de las decisiones que se tomen hoy.

    Deja un comentario