
No sabemos quien puso esa sagrada palabra «PAZ», en una de las tanquetas incendiadas en los disturbios, en una ciudad de Venezuela.
Lo cierto es, que la sociedad venezolana, ambas partes, tienen que sentarse en la mesa del diálogo, es urgente, porque así lo exige y lo demanda las circunstancias.
La patria de Simón Bolívar, desde tiempo atrás se vió atada a políticas dirigidas por dos partidos, los adecos y los copeyanos, que en cierto modo estancaron el proceso de cambios que demandaba la sociedad venezolana en aquel entonces.
Las desigualdades sociales crecieron, mientras los servicios de salud, educación, seguridaad viviendas y otros se agudizaban a la vista de los dos partidos tradicionales gobernantes.
De ahí, un país eminentemente rico y poderoso economicamente por las grandes reservas petroleras, la miseria y la pobreza creciera en números imaginables. Surge Hugo Chavez, con un liderazgo populista, que desvora las estructuras partidarias del tradicionalismo político venezolano.
La lucha de clase y la llegada al poder de un oficial de las filas armadas dá un giro a la politica de Venezuela, que con poca visión y con estilo revolucionario, sorprende e introduce algunos cambios sociales y humanos en los sectores pobres del país sudamericano, que no gustaron a los ricos.
Pero tanto Chavez como su heredero el presidente Maduro, al no tener muchos conocimientos de economia, olvidaron los cambios y fenómenos que se dan en el comportamiento de una economia cada vez más globalizada, con el agravante el crecimiento poblacional.
Muere el líder, el presidente Hugo Chavez y todo se enfoca en la masificación de su pensamiento bolivariano y no se toman las previsiones y comienzan los conatos de violencia y los cacerolazos que han tambaleados los cimientos de los dos gobiernos
Ahora el gobierno y los diferentes sectores de la vida nacional venezolana, deben sentarse por el bien de la mayoría y evitar que se siga derramando más sangre, en la mesa del diálogo sensato y abierto. Esa es la única salida y solución a la crisis política de Venezuela.
Ese diálogo debe partir de las bases, de que ninguno de los dos escenarios, tengan primacía, sino que se vaya al diálogo en base a una agenda nacional, que trate de buscar soluciones los problemas que han dividido a toda la sociedad.